Los cambios que hemos descrito son por lo tanto secundarios a fenómenos fisiológicos normales en la vida de la mujer tales como el envejecimiento y la gestación, o a procesos patológicos, por lo tanto anormales, como pueden ser la hipertrofia o crecimiento excesivo y la obesidad: en la mama normal o poco desarrollada son consecuencia del envejecimiento; en la mama hipertrófica o grande, lo son del envejecimiento y de la tracción producida por el peso; en los embarazos sucesivos, por la distensión sufrida, y en la época postlactancia o tras grandes fluctuaciones de peso, por distensión y elongación.
Con todo lo expuesto podemos decir que los objetivos de la cirugía estética de rejuvenecimiento mamario serían fundamentalmente tres: elevar el CAP a su posición normal, conseguir una forma y volumen estéticamente correctos, conservando la simetría, y lograr cicatrices disimuladas.
Es muy importante en la conversación con la paciente saber entender sus deseos, no sólo en cuanto a lo que puede ser evidente, como la ptosis o descolgamiento de la mama o la posible asimetría y pérdida de volumen, sino en cuanto a lo que para ella es su tamaño de pecho ideal y sus expectativas en cuanto a forma y secuelas cicatriciales.
Cuando lo que queremos es reposicionar la mama devolviéndole su forma y parámetros posicionales, hablamos de lo que quirúrgicamente conocemos como “MASTOPEXIA”, palabra derivada del griego “MASTOS” que quiere decir pecho y de “PEXI” que significa fijación. Esta técnica consiste en elevar el CAP y redondear la mama fijándola a la pared torácica en una posición más alta. Es una cirugía que se hace básicamente a expensas de resección cutánea y que, en la actualidad, deja una cicatriz vertical, desde el borde inferior del CAP hasta aproximadamente uno o dos centímetros por encima del surco submamario, para que no sobrepasarlo nunca y que así la cicatriz no sea visible por debajo del sujetador o bikini. Es una cicatriz lineal y fina que generalmente es imperceptible en un plazo de 3 a 6 meses.